A contra mano de mucha gente que conozco, a mí los
Domingos, no me provocan un sabor
amargo. A sabiendas que es la ante sala de la semana laboral, los domingos a la
noche es cuando encuentro inspiración.
Me acuesto en mi cama y empiezo a pensar.
A veces en nimiedades y otras, en su gran mayoría,
aprovecho la soledad y el silencio que reina en mi ajetreada casa, para poner
mis “asuntos en orden”.
Hoy, sin querer queriendo, me puse a pensar en aquellas
personas que nos usan. Si, así sin más, me puse a pensar en la cantidad de
cosas que han logrado que YO haga gracias a lo que se me ha dado por denominar,
chantaje emocional.
Debo reconocer que soy una persona bastante reacia a las
interacciones interpersonales. Primeramente, porque me es bastante fácil encariñarme
con cierta clase de persona que, claramente, son las que se me acercan.
Es por eso que, a primera vista, parezco una persona poco
sociable, con pocas pulgas. Me han llegado a tildar de yegua y mala onda por
actitudes que tengo al momento de la primera impresión.
Pasa que, una vez que me empezas a conocer, te das cuenta
que tenés que tirar por la borda las suposiciones hechas en una primera
instancia.
Teniendo esto en cuenta, cabe aclarar que una vez que el
cariño crece y por las buenas, me podés sacar hasta la ropa que llevo puesta.
Entonces pienso...¿Cuántas veces dejé de hacer cosas “por mi” por prestar una
oreja a una persona que, así sin más, cuando ya no me precisó me descartó?
¿Cuántas veces hice cosas por otras personas, por el solo hecho de que haya un
cariño, el cual muchas veces, termina siendo unilateral?
Me di cuenta que soy bastante pelotuda. Me di cuenta que
vivo mucho en mi cabeza y que, muchas veces, me hago una película en mi mente
que dista kilométricamente de la realidad.
Caí.
Lamentablemente tengo que cambiar mi forma de ver a mucha
gente. No todo el mundo es tan sincero como uno pretende ser y que, muchas de
estas personas, son movidas pura y exclusivamente por la “Necesidad” de llegar
a un fin determinado y nosotros, simples mortales, somos tan solo un medio para
llegar al mismo.
Soy de las que cree que toda persona que es puesta en
nuestro camino, por H o B, están para “enseñarnos” algo o “mostrarnos” algo que
teníamos frente a nuestras narices pero no veíamos.
Creo que últimamente, y hablo de un par de años para
atrás al día de la fecha, un puñado de gente que se me puso en el camino solo
vino para demostrarme lo equivocada que estoy en eso de “toda la gente tiene un
costado bueno”. Me alcanzan los dedos de la mano para contar las personas que
se me han cruzado y hoy forman parte de mi vida en una forma positiva.
¿Cómo escapar a este chantaje? ¿Habrá alguna aplicación
para el celular, tipo scanner, que sirva para dilucidar si una persona es buena
o mala leche disfrazada?
Lo único que se me ocurre, en este momento, es hacerme
erizo. Encostrarme, con los pinches hacia el exterior y no permitir que nadie
más se me acerque.
La personas que están en mi vida para bien, espero ahí se
queden y, con esta reflexión, anhelo poder repeler todas aquellas que se
acercan/ron a mi solo por ser un “medio”.
No está bueno darse cuenta de estas cosas. No está
“copado” darte cuenta que las palabras mágicas para que una doblegue su
voluntad son “Te quiero”, “Te necesito”, etc.
Y la vida se acuesta a mi lado
Y con ella me empiezo a reír
Y ahora sueño que voy caminando por todas las cosas que faltan vivir, y sentir
Yo y mi jardín.
Que barato decir que es extraño
No tocarte y sentirte hoy aquí
Menos mal que ya entiendo mi tiempo
Y lo espero sin mucho pedir