Un beso y una pregunta IV - Caro -

Siguiendo mi camino por el sendero de los besos y después de charlas, lecturas y secretos develados en confidencia, hoy sale a la luz mediante este post, una nueva mirada.
Caro, amiga, casi hermana, casi yo, pero no yo del todo, me dio una nueva perspectiva respecto a este tema que tanto me fascina.
Parece que,

No siempre los BESOS son el principio de algo, sino que muchas veces son la marca del final.

Pensando en ese momento y en la sensación que ellos nos transmiten, podemos darnos cuenta que hay besos que son capaces de transformarse a si mismos. La posibilidad de mutación del beso.
Entonces:
- Besos que antes nos provocaban mariposas en el estómago, hoy solo nos generan vacío.
- Besos que nos desarmaban con su energía pasionaria y su fuego ardiente, hoy pueden convertirse en un mero movimiento muscular de aversión.
- Besos que nos obnubilaban la mente y no nos dejaban pensar en otra cosa que el/la emisor/a del mismo, hoy nos aclaran el panorama y nos pinchan esa pompa de jabón en la que estábamos inmersos.

Aquellos besos que sabían dulces y anhelábamos eternos, hoy son insípidos y deseamos aniquilarlos ni bien nacen.
Besos que, definitivamente marcan un final y se convierten en el signo más evidente de, que esa persona, ya no nos besa como nos gusta, ni nos hace flotar como antes.

Besos…

Siempre creí que este antagonismo no era propio de los besos, sino de la persona encargada de darlos, o los sentimientos del receptor de los mismos.
Ahora, y gracias a horas de charla con Caro, me dí cuenta que no solo la diferencia esta en nosotros como sujetos sensibles al acto, sino que el beso como dispositivo, es el canal más puro para darnos cuenta que una persona es o no es para nosotros.

Y sí, finalmente entendemos que si la dulzura, las mariposas, la obnubilación de esos besos de esa persona se acaban, entonces puede que todo lo que había era simplemente pasajero, y es hora dejarla ir…

¡Vaya revelación!