- Desarraigo -

A pesar de estar cumpliendo con una cuenta pendiente muy grande, hoy no puedo evitar sentir temor.
Temor a lo desconocido, temor de mis sentimientos, pero por sobre todas las cosas, temor a la soledad.
Muchas veces me planteé este desarraigo, que poco a poco, se hace cada vez más inminente.
Me pongo a pensar, que será de sus vidas sabiendo que en breve habrá un vacío que nadie nunca podrá llenar.
Un vacío no solo espacial sino también emocional, por lo cual me lleva a preguntarme...¿También sufriré yo?
Miro, abstraída, lo que me rodea, cierro los ojos y siento.
Siento mi risa, siento mis llantos, huelo las tortas de mamá, el humo de los habanos de tabaco cubano que emanan de las fauces de mi papá, el olor al after shave Old Spice de meu avô, el perfume a vainilla y canela que deja Rocio mientras camina, el olor a mi ciruelo en flor en primavera, el pasto mojado por la lluvia de verano.
Ese lugar donde amé, odié, temí...
Esas paredes que me albergaron en mis tiempos difíciles, que me sirvió de refugio, que me escucho llorar de impotencia cuando las situaciones que debía afrontar eran demasiado pesadas para mi corta edad y mi precario raciocinio, que estuvieron empapeladas con posters de Hanson, Aerosmith y Queen, que pinté de celeste, luego verde y hoy violeta.
Acá el mundo se acabó muchas veces, y así como acabó volvió a gestarse, con otra forma, lleno de nuevas posibilidades, nuevos caminos y echando por tierra todo lo anteriormente creído.
Me toca volar, lo deseé mucho, y ahora que lo tengo, mi nena interior, solo quiere estar ahí, bajo el ala de mis progenitores, sumergida en un abrazo interminable.
Un sentimiento desconfortante se apodera de la pequeña niña en mi.
Estaré sola, valiéndome por mi misma por primera vez.
Sin un lugar donde volver, y con el deseo de no mirar atrás.
Con la sensación de empezar el resto de mi vida, pero a la vez sintiendo, que acabo con una parte de la suya.
Después de 26 años bajo el mismo techo, decidí hacer mis valijas y salir al mundo.

¡QUE ME SEA LEVE!