Es verdad que no estoy pasando mi mejor momento en cuanto
a materia emocional respecta y eso, muchas veces, me lleva a sumirme en una
profunda recapitulación de hechos y no hechos que, a su vez, me llevan a
pensar.
¿Por qué será que el dolor que más nos cuesta sobrellevar
es el de una pérdida?
Hay millares de libros sobre este tema, sobre todo de
auto ayuda, pero ninguno de ellos explica (o por lo menos por los que leí yo)
porque es necesario el dolor tras una pérdida.
¿Será que el “hueco” que deja una persona JAMÁS podrá ser
llenado por otra? ¿Es necesario sufrir para poder levantarse de nuevo?
Incluso, me he encontrado con libros que hablan sobre el
duelo y sus etapas, las cuales encuentro fascinante pero, no concuerdo con la
idea de que se pasa de a una por vez, sino que pasamos por todos juntos, unos
con más pronunciación que otros.
Estas etapas son:
1. Negación.
“No me puede estar pasando
esto a mi”.
De hecho si, puede pasarte,
cualquier cosa puede pasarte. Muy dentro de nuestro ser sabemos que somos
propensos a caer en cosas ni bien nos proponemos adentrarnos.
Por ejemplo, es completamente
al pedo tratar de pelear por alguien que tiene el corazón ocupado por alguien
más pero, sin embargo, lo hacemos. Entonces ¿Para qué preguntarnos “¿Por qué me
está pasando esto a mi?” si a sabiendas de los hechos, nos inmiscuimos igual?
Tomando ese ejemplo en
particular: ¿Será que somos masoquistas o simplemente nos creemos mejores que
el otro?
La negación me dura poco, por lo menos a mí, al toque me
doy cuenta que me metí en algo turbio por mera curiosidad.
2. Ira.
¿Por qué a mí, la puta madre?
Porque SI, porque nos metimos
en terreno escabroso y porque el que juega con fuego es propenso a quemarse.
La ira es provocada por la
falta de cautela, si bien somos seres racionales, nuestro sentido común es el
menos común de los sentidos, ergo, no lo usamos a conciencia.
Me enojo, mucho me enojo, pero conmigo misma, gracias a
Dios nunca le eche la culpa a otra persona, todo lo que me pasa es culpa mía y
solo mía.
No puedo controlar a las personas, ni cómo piensan,
actúan o sienten. Una vez afianzado ese concepto, la ira se dirige solo hacia
mí.
3. Negociación.
“Por favor, quereme de nuevo.
Prometo cambiar esta vez”
ERRADO. Lamentablemente, los
seres humanos son incapaces de cambios emocionales o actitudinales. Podemos,
si, “bajar un cambio” pero nuestra naturaleza vino arraigada a nuestro ser. Si
cambiamos, no seríamos nosotros mismos ni una versión mejorada de nosotros, nos
convertiríamos en otra persona que usa nuestro cuerpo cual si fuera un traje.
No sirvo para negociar. Nunca pude. Yo lloro de dolor y
sufro mis penas como si fueran las únicas y mas angustiosas del mundo. ¿Cómo
negociar el cariño de alguien si no es mío? ¿Acaso una persona te va a amar
solo por el hecho de que vos se lo pidas? PUES NO.
El cariño como la confianza se ganan con acciones, no
palabras.
4. Depresión.
¿Qué sentido tiene? ¿Para qué
seguir?
Durante esta etapa es donde el
individuo empieza a entender la “seguridad” de lo que está ocurriendo. Algo
esta pasando AHORA y es un HECHO.
Esta etapa es la que hace que
te desconectes de todo sentimiento. No hay palabra de aliento que te levante el
ánimo o aliviane la congoja.
Y ahí estoy yo. Cuando caigo. Lloro hasta que no puedo
respirar, me duele la cabeza y siento como mi corazón va subiendo por mi
garganta y siento cesar su latido.
Nada de lo que digan puede sacarme la angustia del pecho.
Nadie puede sacarme el nudo en el estómago u obligarme a comer o hacer
desaparecer el dolor del cuerpo. Mi etapa es la depresión.
Me deprimo por ser tonta, una vez más, porque me siento
chiquitita, ínfima, sin valor alguno.
Me hundo hasta lo mas profundo y, una vez que llego,
intento trepar nuevamente a la superficie.
Esta es mi etapa.
5. Aceptación.
“Esto es lo que tenía que
pasar, no hay solución y no hay porque luchar contra la realidad. Hay que
aceptarla para enfrentarla”
Es esta etapa donde miramos
hacia arriba y vemos que entra luz por el agujero profundo donde estamos.
Aún no veo mi luz, es muy reciente y el dolor sigue a flor
de piel.
Es difícil acepta que la persona que te mantenía en pie
ya no está. Aquella que te hacía sonreír con solo una mirada o te provocaba
mariposas en el estómago con un simple y, casi imperceptible, “Te quiero” al oído.
¿Cómo hacer para que el dolor se vaya siendo que vemos a
esa persona a diario? ¿Cómo hacer para aceptar que todo cambió, de manera
abrupta, para peor?
¿Cómo hacer para que el sentimiento de insignificancia
desaparezca? ¿Cómo hacer para dejar de esperar un abrazo que no va a venir, un
beso que se va a morir antes de nacer, un te quiero que ya no se siente?
El tiempo si no cura al menos alivia bastante las cosas, mucho más uno no puede decir en esos momentos complicados.
ResponderEliminarOjalá te suceda más pronto que tarde.
El tiempo siempre ayuda a sanar heridas, el dolor se va y lo único que permanece, y a veces por desgracia, es el recuerdo.
ResponderEliminarEventualmente, cicatrizamos y volvemos a empezar...