viernes, 15 de febrero de 2013

- ¿Quién dijo que todo esta perdido? -



“yo vengo a ofrecer mi corazón,
como un documento inalterable
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y uniré las puntas de un mismo lazo,
y me iré tranquilo, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo,
algo que me alivie un poco más”.

En un mundo que esta plagado de fariseos, aún hay gente que decide optar por la sinceridad en vez de esconderse tras una máscara hipócrita.
Gente que siente con fervor y que, ante todo, ofrece su corazón.
Porque como dice la canción:

No será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.

 No es fácil querer a alguien y mucho menos, saber irse a tiempo, antes de que el cuchillo entre en el pecho y no solo te arranque el alma, sino que también se lleve nuestro corazón.

No sé porque, pero hoy me levanté cantando la canción de Mercedes Sosa “Vengo a ofrecer mi corazón”, es como que mi subconsciente me dijo: “No tenés porque sentirte mal, Perica. Tu corazón no se equivoca”. Y lo necesitaba, hacía tiempo que le estaba dando vuelta a esa idea.

Soy de las que cree que si las cosas se hacen con el corazón, no están mal, no vienen desde un lugar choto y no hay necesidad de justificar actos (siempre y cuando no sean vandálicos) sabiendo que lo que uno hizo fue, con buenas intenciones.

Es el mismo corazón, también, quien nos da los primeros indicios de que alguien no es para nosotros, pero como somos seres racionales (en su gran mayoría) tendemos a ignorarlo cuando más atención deberíamos de darle, porque él sabe. Él sabe que va a terminar herido, él lo sabe mas temprano de lo que nosotros podríamos imaginar. Y sin embargo, seguimos ofreciéndolo una y otra y otra vez… porque sana. Tarda, pero lo hace. El dolor es temporal y siempre hay que quedarse con lo siguiente:

No importa si le ofreciste tu corazón a gente buena, a gente mala, gente que se quedó con un pedazo de él o se tatuó en él, gente que lo rompió, gente que ayudó a emparcharlo, etc. Lo importante es aprender de cada una de estas experiencias, porque ellas te enseñarán para que en un futuro, lo escuches en vez de hacer oídos sordos.

Yo hoy, elijo guardarlo por un rato, hay que emparchar y dejarlo sanar y…¿Quién sabe? Quizás la próxima persona a quien se lo ofrezca decida cuidarlo tanto o más que yo.


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