lunes, 3 de mayo de 2010

Un pogo para el mundo....

Hoy me levanté sigo bardo.

Mucha tranquilidad este fin de semana, reuniones canceladas, horas y hojas intentando hacer un bendito figurín de moda, que jamás me salió (todos eran un aborrecible aborto de mi lápiz, portando jamones horripilantes), pocas ganas de hacer algo productivo, pero con la inminente necesidad de poner un poco de orden en el que, dice llamarse, mi cuarto.

A mi señora madre, se le ocurrió, aprovechando mi arrebato, que ya era tiempo de bajar los sweateres y demáses del altillo para ponerlos, ordenadamente, en mi placard.

Me puso de mal humor esto, algo tan simple como hacer el cambio de la ropa verano/invierno.
Creo que a medida que van pasando los años, mas se va acrecentando mi odio por el frío.

Volver a poner las botas en orden, rogar para que la baranda de mi ropero de madera no ceda, ante el inminente peso de los abrigos que poseo y que, a pesar de su magnitud, no cumplen su propósito, darme cuenta que, para guardar mi ropa de verano, necesito 2 bolsas de consorcio, mientras que mis posesiones invernales, caben en una bolsa de "basura".

Y me agarró el frenesí consumista, de repente, sentí como el plástico plateado de mi tarjeta de crédito me llamaba y me incitaba a sacarlo a dar una vuelta.

Traté de ignorarlo, puse Skid Row en mi reproductor a todo volumen y ni los gritos de San Sebastián, pudieron acallar, ese chillido insufrible.

Tuve que agarrarla, pedir prestado el auto, y ver que había en los escaparates.

Como de costumbre, y bien a lo minita, me gustó TODO, absolutamente TODO.
Entré a todos los locales habidos y por haber.
Me recorrí el shopping de punta a punta, volví locas a todas las vendedoras....¿Y qué me compre?

NADA, absolutamente NADA.

Todo lo que vi, me encantó, pero claro, me encantó como quedaba en en maniquí, ¿a mi? me quedaba todo como el orto.

O era demasiado sobrio, o demasiado alocado, o no había talle, o era el último color que había, y la verdad no me veo vistiendo ropa verde flúo por más chic que sea.

Indignada, tuve una parada, casi obligada, por un local donde venden chucherías, y ahí si, desbandé.

Me compré aros, collares, 2 pashminas, nuevos esmaltes para uñas, vinchas y hasta una carterita.

Salí de ahi chochísima, mi tarjeta se había callado la boca al fin.

Volví al auto, después de 4 horas metida en ese antro de perdición femenina, puse la radio, y volví a escuchar a Sebastián.

¡Qué groso! Una radio que pasa ESE tipo de música que tantas pilas me pone.

Llegué a casa, aún sabiendo que, mi ropa de invierno, me esperaba en esa bolsa verde de basura, y la odié.
No quise tocarla...¿Qué hacer, entonces?

Fácil, dejarla como esta y aprisionarla en mi placard, hasta que tenga que hacer uso de alguno de los ítems que en ella duermen.

Empecé este blog diciendo que hoy seguía bardo, es que desde ayer, no paro de escuchar a Skid y ando ganas de salir a hacer pogos por la vereda con cuanta vieja/o, pibe/a, verdulero o mecánico que se me cruce! JA!

Ahora vuelvo a abstraerme, debo finalizar la liquidación de sueldos que taaanto me gusta hacer (?).

Igual, antes de irme, les dejo un regalito:






4 comentarios:

  1. Estaba esperando un comentario acorde! Gracias Criatura!

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  2. Yo tengo un VHS de Skid Row jugando al Baseball con Pantera.

    Usan unos pantalones demasiado ajustados.

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  3. y dale pogooooooo

    slatemos todos para peri jejejejejj

    es imposible salir a ocmprar.... los precios, los colores y los tamaños


    in cre i ble


    besos

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